miércoles, 24 de agosto de 2011

El vino mas caro del mundo

el vino mas caro del mundo
SUEÑO IMPOSIBLE DE SABOREAR EL GRAN PLACER…. Grange Hermitage

Supongamos por un breve y placentero momento que acabas de ganar el premio gordo de la lotería, y que tiene acceso a cantidades de dinero nunca soñadas. Te compra una casa como Dios manda, y por si las dudas te compra otras dos, una en una isla del Mediterráneo y otra en su parte favorita de Italia. Luego, para hacer más placentera la tarea de trasladarte a ésta, o al aeropuerto por lo menos, te compra un par de supercoches; digamos, un señor coche como un Bentley Continental, para los momentos de dignidad, y un Lamborghini porque, después de todo, te lo mereces. Finalmente, llega el momento de comprar vinos. Ya que el dinero no es problema, ¿por qué no optar por los mejores y más caros? Pues aquí es donde llega lo más interesante:

Tradicionalmente, uno se sentiría relativamente confiado en que, con nombres como Vega Sicilia Unico, Château Petrus, Château Lafite, Château Latour y Romanée-Conti, se consigue a la vez lo más caro y lo mejor. Pero eso está cambiando espectacularmente. A decir verdad, los primeros temblores telúricos se sintieron hace ya tiempo: un cuarto de siglo.
El conocido cronista del vino Steven Spurrier organizó en mayo de 1976, en el Hotel Inter•Continental de París, una cata que desencadenó la subsiguiente revolución. Su idea era muy sencilla: comparar a ciegas los mejores vinos franceses con algunos de los mejores del Nuevo Mundo; en este caso, California. Los invitados que participaron en esta degustación histórica fueron principalmente franceses, convencidos de que la superioridad intrínseca de sus productos se notaría clara e inequívocamente. ¡Imaginen su sorpresa al descubrir los vino ganadores como los mejores del mundo y encontrar dos etiquetas con nombres tan estrafalarios como Stag's Leap, en tintos, y Chateau Montelena, en blancos!


Durante algún tiempo, los vinos californianos barrieron con todo, dando lugar a una moda cuyo impacto aún se siente. Lo que siguió después fue tal vez aun más sorprendente. Entre los conocedores, que forman un grupo de 'homo sapiens' dedicado a oler y consumir aromas y sabores normalmente reservados a los dioses y dispuestos a pagar lo que cuesten, un rumor corría, y todos parecían compartir un dato, como las coordenadas de una veta de oro, que pasaban todas por un lugar: Australia. El vino: el Grange (a veces conocido en esos años iniciales como Grange Hermitage). Su fenomenal calidad pronto lo colocó en un pedestal que cambiaría radicalmente nuestra imagen del vino de calidad. Escritores y críticos de vino respetados pronto empezaron a hablar de Grange como el primer "Grand Cru" del Nuevo Mundo. Hace pocos días se supo que un Grange 1951 ha sido el vino más caro jamás vendido al público en el mundo.


Está claro, pues, que su bodega millonaria tendrá que incluir algún vino californiano y alguno australiano. La cosa es que ahí no se detienen los cambios. La mayoría de los supervinos, también llamados vinos de culto o "cult wines," son aún más nuevos. Muchos no existían hace 10 años. Esta nueva raza de vinos nació en (¡oh sorpresa!) Burdeos, en 1979. Un belga, fanático del vino, llamado Jacques Thienpont empezó a elaborar de una parcela pequeñísima un vino llamado Le Pin. Inicialmente poca gente se lo tomó en serio y su producción, que no llega ni al millar de cajas, se vendía a precio normal. Ahora si quisiera invertir sus ganancias de la lotería en una caja de 12 botellas de Le Pin tendría que pagar algo más de cuatro millones de pesetas.


¿Se siente algo incomodo comprando vino con nombres desconocidos por tanto dinero? Pues no se preocupe. Para hacerle compañía a su coche puede comprar una de las estrellas más buscadas del mundo del vino. La leyenda cuenta que cuando Ferruccio Lamborghini, reputado fabricante de tractores, quiso comprar un coche nuevo visitó a su colega Enzo Ferrari. Ferrari le mostró su gama y le dijo que escogiera cual más le gustara. Lamborghini contestó que quisiera comprar un coche pero con modificaciones. Ferrari le dijo que un Ferrari es un Ferrari y que si no le gustaba se podía ir a freír espárragos. Lamborghini, algo enfadado, murmuró que si se iba a poner así, entonces él mismo construiría su propio coche. "Ya me lo imagino, un 'trattorino'," respondió Ferrari. El resto es Historia...


Al retirarse de la vida, industrial Lamborghini decidió hacer vino, y parece que éste, vinificado por el famoso Riccardo Cottarella, ha logrado superar incluso a sus coches. Para que su Lamborghini no se sienta como un pez fuera del agua, sepa que a esta nueva categoría de supervinos se le llama 'vinos de garaje', o 'les garagistes', en versión francesa. La idea es combinar la imagen de una bodega muy pequeña, más aún que una 'boutique winery', con una referencia de paso a lo que surgió del garaje donde Steve Jobs y Steve Wozniak crearon Apple. Para no ser desleal a los vinos españoles, hay garajistas locales: Pingus, el super vino elaborado por Peter Sisseck, ya está atrayendo a compradores dispuestos a pagar fortunas por él. Alvaro Palacios , con su L'Ermita, también logra precios de lotería.


Si quiere expandir su sección francesa, dos de las estrellas más brillantes del firmamento de los nuevos vinos nacen a poca distancia de Le Pin. Valandraud y La Mondotte, ambos de Burdeos, han cautivado a cuantos los han probado. (Valandraud está en el ojo del huracán, con su destitrución a Vino de Mesa). Si piensa que es prudente tener una mayor representación australiana, vinos con nombres tan iconoclásticos como Duck Muck Shiraz (de Wild Duck Creek) y Astralis (de Clarendon Hills) están causando furor. Y conviene no olvidarse del hermano casi gemelo de Grange, Bin 707 (Grange hace poco logro sobrepasar $85.000 por una botella de su histórica primera cosecha en una subasta). ¿La diferencia? Grange está hecho con uvas shiraz (syrah), y Bin 707 con cabernet sauvignon.


¿Y qué decimos de Screaming Eagle? Sus ganacias de la lotería le ayudarán a competir con millonarios como Chase Bailey, que pagó $500.000 por una botella (de seis litros) de Screaming Eagle Cabernet Sauvignon 1992. Nada menos que $12.500 por vaso. Como para brindar por sus millones.

 

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